MSA – Vivencias de una voluntaria, Patricia Torres

“El voluntariado como un estilo de vivir”

He sido voluntaria en diversas actividades y organizaciones desde muy niña, motivada por mi liceo, familia, pero principalmente por el ejemplo de mi hermana. Desde niña siempre uno tiene sus referentes, los míos fueron mis profesores de educación física y mi hermana, yo admiraba su vocación por servir a los demás, la misma que yo en mi, disfrutaba con cada colonia, misión, voluntariado y trabajo que fui realizando.

Hoy soy profesora de educación física, voluntaria y misionera de mi querida fundación Misión Solidaria África. Por años como voluntaria he aprendido a valorar la importancia del voluntariado, ese tiempo extra que uno da en lo que ama hacer. Muchas veces me decían,” ¿Cuándo descansas? “¿Como puedes estar toda una mañana haciendo eso si no te pagan?, te pasas más horas en tu trabajo por tus alumnas y ellas no lo van a agradecer nunca, ni valorar… Desde acá, en ÁFRICA, les puedo decir que todo eso cobró sentido, fueron horas que no fueron remuneradas económicamente, pero de un valor incalculable de aprendizajes para mi, cuando te das cuenta de que para entregar amor no hay límites ni barreras, solo necesitas las ganas de hacerlo.

En el comienzo de esta misión, tenía miedo, por que mi portugués era demasiado básico, y pensaba como me van a comprender lo que les quiero transmitir, pasaron los días y no me di cuenta cuando ya estaba hablando mejor el portugués, cuando ya jugaba y hacia dinámicas con los niños sin ninguna limitación de idioma, raza, edad, sexo, o cultura, cuando ya de pronto al caminar por la calle me saludaban y reconocían por mi nombre, y mi corazón latía más fuerte, soy muy consiente de que no les vengo a solucionar la vida, y que lo más probable es que soy yo, la que está aprendiendo mucho más de ellos, que ellos de mi, pero soy demasiadamente feliz cuando consigo en sus rostros una sonrisa, carcajada, o un aprendizaje, porque se, que en ese instante no hay pena, hambre, miedo ni tantas carencias que viven a diario niños, niñas, hombres, mujeres y uno que otro anciano porque acá, casi no los hay pues no llegan a serlo. Sin duda todo lo vivido previo a mis misiones acá en Mozambique, me ha servido tremendamente como experiencia, pero sí debo reconocer que acá se vive la pobreza con un rosto muy distinto a lo que yo ya había visto en Chile, me sorprende a diario sus miradas, sus sonrisas, la alegría con la que viven, teniendo lo mínimo para sobrevivir.

El primer domingo desde nuestra llegada como voluntarios fuimos a misa en la localidad de Mapinhane, ya de camino se escuchaban sus voces cantar. Cuando entré a la Iglesia fue muy emocionante, me estremeció el canto de sus voces, la fé que se podía visualizar en ellos, como agradecen con lo poco que viven y tienen, en ese mismo instante, me cuestioné todos aquellos momentos en mi vida en los que me he afligido por cosas que aquí se convierten realmente en banales. Es  tan fuerte estar acá, en momentos un poco chocante, además uno como voluntaria trae en la cabeza que sólo quiere ayudar, y compartir todo lo que uno sabe y tiene, como bien se diría, uno está siempre arriba de la pelota y trata de no detenerse, para no tener bajones y seguir adelante, dejando de pensar un poco en uno y en sus emociones. Les comento esto por que sé que nos aconteció a los tres voluntarios que estamos acá en distintos momentos y formas, y me parece super oportuno contarles ya que a mi nadie me dijo que esto me podría pasar de esta manera, yo que me considero una mujer bien sensible, acá vi contextos y momentos  en los que en Chile  habría visto y llorado a mares, acá como si nada yo seguía invicta, como sin sentir mucho, creo que puede ser para no darles a conocer a ellos que para mi es demasiado fuerte ver cómo viven.

Ahora quiero compartirles, lo que en este momento y considero necesario y valioso para poder misionar en un lugar como este. Para ti  y todos los que están pensando en misionar próximamente, primero que todo, tener tus convicciones de fé fuertes en Dios, porque para mi es ÉL, que me da las fuerzas a diario y la energía para vivir esta misión, tratando de entender esta realidad tan dura, segundo, tener el apoyo de quienes amas, es tan lindo sentir que detrás de lo que haces hay tantas personas que te apoyan y que viven contigo cada una de los momentos que pasas, para mi la comunicación a diario con mi hijo, pololo y familia ha sido fundamental, me hace sentir más acompañada, tercero, tener un buen lugar donde estar mientras misionas, es impresionante el amor con el  que nos han  recibido  en el lugar donde vivimos estos días, las Hermanas Agustinas se esmeran a cada momento para que nuestro pasar por acá sea lo mejor posible en todo aspecto, alimentación, hidratación, salud, compañía, nos han dado a conocer la cultura y lugares, y hasta consejos, y por supuesto, también nos han permitido ser parte de su misión, y aportar con un granito de arena, donde ellas realmente hacen una labor tremenda, llena de amor y entrega a los demás como  yo nunca lo había visto en mi vida, para ellas no existe la palabra egoísmo ni cansancio y finalmente pero no menos importante para poder realizar una misión como esta, es imprescindible la compañía Sí, porque en el momento en que las emociones te sobrepasan, por la fuerte realidad que se vive aquí, están tu colegas voluntarios, ellos se convierten en tu compañía, refugio y “familia”. He sido demasiada afortunada de tener a Marcela y a Christian como compañeros de misión, porque son lo máximo, y nos hemos complementado de manera tremenda, convirtiéndonos sin querer, uno necesario para el otro, desde nuestras profesiones y aunque las tres son muy distintas hemos logrado una sinergia perfecta, entre una profesora, una diseñadora y un arquitecto, pudiendo aportar en esta misión, desde lo que amamos hacer.

Cuando aún no termina esta bella experiencia para mi, sólo decirles que hagan y vivan haciendo lo que aman, por que es la mejor forma de vivir en los corazones de los demás ahora y siempre, procuren regalar más a quienes aman, momentos felices, que cosas materiales, porque lo material se destruye y acaba, las vivencias quedan guardadas en el recuerdo y en el corazón de cada uno. Abrazos y besos grandes desde Mapinhane, Provincia de Inhambane, Mozambique, ÁFRICA.

Patricia Torres Fredes.

Profesora – Voluntaria de MSA

 

Para reflexionar
La felicidad es interior, no exterior; por lo tanto, no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos Pablo Neruda