La tortura y los malos tratos siguen vigentes en 150 países en el siglo XXI
Amnistía Internacional
«Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.»
Más de 50 años después de la proclamación de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la tortura persiste y adopta nuevas formas, ha declarado hoy, 26 de junio, Amnistía Internacional, al presentar un nuevo manual titulado Contra la tortura: Manual de acción, en la fecha en que se celebra el Día Internacional de las Naciones Unidas en Apoyo a las Víctimas de la Tortura.
«La campaña y la lucha para erradicar todas las formas de tortura siguen siendo tan cruciales como siempre. Desde 1997 hasta mediados de 2000, Amnistía Internacional recibió informes sobre tortura o malos tratos ocurridos en más de 150 países y sobre muertes a consecuencia de torturas en más de 80 países. Y en el último año, El Informe Anual 2003 de Amnistía Internacional, contiene informes concernientes a 106 países sobre casos de tortura y malos tratos infligidos por agentes del Estado».
«Es preocupante el hecho de que hoy en día no todos los países estén tomando medidas para erradicar todas las formas de tortura patrocinadas por el Estado, y que algunos de ellos incluso la estén fomentando, mientras otros cierran los ojos o permiten que otros países la practiquen en su nombre.»
Contra la tortura: Manual de acción es una herramienta de inapreciable valor para todos aquellos que quieran comprender este fenómeno y luchar para erradicarlo en el siglo XXI. El manual expone las normas y recomendaciones emanadas de las distintas instituciones de las Naciones Unidas, el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura y de las Penas o Tratos Inhumanos o Degradantes y otras fuentes de todas partes del mundo, así como las recomendaciones de Amnistía Internacional relativas a la prevención de la tortura y los malos tratos. El manual tiene capítulos que tratan de la prohibición de la tortura en el derecho internacional, las salvaguardias que deben existir para las personas que se hallan bajo custodia, las condiciones de reclusión, la tortura en otros contextos y los medios de abordar la impunidad. En una serie de estudios sobre casos concretos se destacan las medidas que se han adoptado con éxito para combatir la tortura en diversos países; asimismo, se ofrecen listas de control sobre las disposiciones contenidas en las normas internacionales y bibliografía complementaria. El manual ha sido elaborado en el marco de la campaña mundial de Amnistía Internacional contra la tortura.
Gran parte de las torturas y malos tratos observados por las organizaciones internacionales se han infligido a personas que han sido puestas bajo custodia por agentes del Estado. El Estado confiere a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley poderes de aprehensión y reclusión. Las personas que se hallan bajo custodia están expuestas al riesgo de que se abuse de estos poderes mediante una conducta violenta e ilegítima. El aislamiento del mundo exterior hace que aumenten las probabilidades de que esto ocurra.
Pero la tortura no sólo tiene lugar durante la detención: en todas partes del mundo, un gran número de presos están recluidos en condiciones que son perjudiciales para su bienestar físico y mental y pueden constituir una amenaza para su salud y su vida. Las condiciones como el hacinamiento, la deficiencia de las instalaciones higiénicas, la escasez de alimentos y medicamentos y la ausencia de contacto con amigos y familiares están lejos de ajustarse a las normas de las Naciones Unidas para el trato de los detenidos y reclusos. Por separado o conjuntamente, las peores condiciones pueden constituir malos tratos e, incluso, tortura. Entre 1997 y 2000, Amnistía Internacional recibió informes sobre condiciones de detención crueles, inhumanas o degradantes en 90 países; tales condiciones estaban generalizadas en más de 50 países. Las personas recluidas en instituciones para discapacitados mentales o para individuos que sufren otras formas de enfermedad o discapacidad también corren peligro de que les inflijan tortura o malos tratos.
Además, los actos de violencia cometidos por particulares pueden constituir tortura o malos tratos cuando su naturaleza y gravedad encajan en el concepto de tortura o trato cruel, inhumano o degradante expuesto en los instrumentos internacionales y cuando el Estado se ha abstenido de cumplir con su obligación de proporcionar protección efectiva.
Construir un mundo sin tortura
Los gobiernos pueden hacer muchas cosas para fomentar la erradicación de la tortura y los malos tratos en otros países: a través de sus embajadas pueden observar la práctica de la tortura en un determinado país y plantear sus motivos de preocupación al gobierno pertinente. También hace falta que se den pasos para controlar el comercio de material utilizado para administrar torturas. Debe prohibirse la exportación de material destinado a la tortura y deben implantarse controles estrictos de la exportación de otros materiales usado por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley a fin de asegurar que no se utilizará para infligir tortura o malos tratos.
«Lamentablemente, incluso en el siglo XXI sigue siendo preciso trabajar para cambiar las actitudes del público frente a la tortura. La tortura no puede justificarse jamás, y debemos seguir luchando para construir un mundo en el que se considere universalmente que la tortura no es aceptable», concluye Amnistía Internacional.
Información general
El acuerdo final sobre un nuevo tratado destinado a impedir la tortura, el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura, fue un importante logro alcanzado en el año 2002. Los Estados que son parte en este instrumento se comprometen a aceptar inspecciones de los lugares de detención a cargo de un grupo internacional de expertos, en colaboración con expertos nacionales, y a mejorar las condiciones conforme a las recomendaciones del Protocolo Facultativo.