DESDE TIERRAS CON AIRE DE ESPERANZA
Reflexión de Ricardo Cáceres Lamas, desde Mozambique
Por aquí nuestros alumnos comienzan sus vacaciones de invierno. La lluvia se ha ido, los días están más fríos, corre más viento y las nubes aumentan pero no traen lluvia.
El país ahora está calmo, pero en el mes de Abril se vivieron algunas tensiones en la confrontación de integrantes de partidos políticos, dejando algunos muertos. Se había creado un ambiente nacional tenso, pero poco a poco se fue disipando. La Iglesia con su mensaje fue atenuando cualquier efecto erróneo de los grupos en disputa. El buen censo y el sentido del Bien Común fueron adelante, dejando paso a la tranquilidad. Siempre hay algunas situaciones, que pueden hacer despertar sensibilidades que antiguamente colocaron al país en plena guerra interna.
Económicamente el país, aunque con algunos repuntes de inversión extranjera, en la extracción de minerales, potenciando las aduanas, algunas industrias, y próximamente el gas, todavía queda mucho por hacer. En todo este proceso, parece inevitable la gran división entre ricos y pobres. Muchas veces produce una gran sensación de angustia y frustración de parte de aquellos que tienen menos. Las diferencias económicas son impresionantes. La mayoría de la población sigue viviendo bajo la línea de la pobreza; el 80% se dedica a la agricultura; todavía existe un alto índice de analfabetismo; la falta de trabajo; la capacitación y la insuficiente capacidad de colocar los servicios básicos para todos.
Así también la vida para los extranjeros se ha ido complicando en el país, especialmente para religiosos (as) y sacerdotes, debiendo pagar grandes sumas de dinero por año para residencia y además con la imposibilidad actual de ejercer como profesor, lo que coloca a los salesianos de la provincia de Mozambique en una situación complicada. No hay una diferencia o tratamiento especial para aquellos que se dedican a las obras de caridad, de servicio social y de actividades no lucrativas, que permitan atenuar los impuestos. La residencia anual para cualquier extranjero (mismo religiosos, sacerdotes) es de unos 400.000 pesos.
En estos momentos estamos enfocados en buscar actividades de sustentación en nuestras obras lo cual no es asunto fácil, y viendo el panorama local como aquel exterior, las Misiones sin proyectos de sustentabilidad no podrán resistir en el tiempo. Los donadores quedaron reducidos a la mínima expresión. Por ejemplo, nuestras casas en su mayoría, no consiguen pagar los sueldos de todos los trabajadores cuando llega final de mes…. Para reunir los fondos es necesario hacer muchos malabares. Solución, nuestras misiones, incluida la Casa Provincial, han comenzado a despedir trabajadores. Un tema no fácil, cuando detrás de cada trabajador hay una familia.
Participando de la reunión de ecónomos en estos días, llegamos a la conclusión que cada casa debe buscar sus recursos, con algunos criterios comunes y generar proyectos de auto-financiamiento. Las ONGs han parado sus ayudas y nada es como antes. Quedamos sólo con algunos donadores o benefactores particulares.
Seguimos confiando en la Providencia, confiados que siempre habrá una puerta que se abre, y por sobre todo, cuando el esfuerzo está colocado en vista de nuestros jóvenes. «Las tierras de África esperan por cielos nuevos que queden por mucho tiempo… Que las lluvias sean siempre fecundas para empapar toda la tierra… Que la semilla germine y crezca, y sus frutos alcancen para todos sin distinción. Que el Sol brille nuevamente sobre cada rostro, hombre y mujer, niño o anciano. Y que al llegar la noche nos encuentre libres y reconciliados unos con los otros» (Rcl).
Ricardo Cáceres Lamas (Misionero en Mozambique desde 1997).
Mozambique, 10 de Junio de 2013.
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