(ANS – Italia) – «Id y testimoniad la alegría de la fe» es el título del mensaje que el Rector Mayor ha confiado al Movimiento Juvenil Salesiano. Una carta, firmada por Don Bosco, llena de afecto paternal y exhortaciones que invitan a los jóvenes a ser protagonistas de la nueva evangelización.
Fue todavía una vez más la palabra de Don Bosco – Don Bosco vivo hoy en su noveno sucesor – la que resonó en la Basílica de María Auxiliadora durante la celebración del 31 de enero por la tarde. Una voz que no sólo confirmó la pasión salesiana por los jóvenes, sino que ha resucitado los temas y frases queridas por Don Bosco: el protagonismo juvenil en el anuncio del Evangelio, la adhesión a Cristo, único Salvador, el cambio de la sociedad y del ambiente de vida, la conciencia de estar ligado al Papa y a la Iglesia.
Enmarcado entre el Año de la Fe y el camino de preparación para el bicentenario del nacimiento de Don Bosco, el mensaje, como se especifica en el subtítulo, es una exhortación a ser felices dando los pasos de Cristo y convertirse en misioneros de los jóvenes. Una invitación apremiante porque, continuando con el impulso y el protagonismo de los jóvenes de Valdocco de 1800 – quienes escribieron páginas de historia gloriosas en la sociedad, en la Congregación, en la Iglesia y en varias partes del mundo – se pueden escribir nuevo: “En este libro faltan las páginas que solo podéis escribir vosotros. ¡Esta es vuestra hora!”.
«Evangelizar significa poner en la masa una levadura capaz de cambiar la mentalidad y el corazón de las personas y, a través de ellas, las estructuras sociales, de tal modo que sean más conformes al diseño de Dios. No se trata de una actividad intimista; evangelizar es desencadenar una verdadera revolución social, la más profunda, la única eficaz».
Una revolución que solo puede lograr Cristo. Él es capaz de sanar las heridas personales y de aquellos jóvenes que viven distraídamente, pero «tienen necesidad, también hoy, de discípulos capaces de escuchar el corazón de la gente, especialmente de los jóvenes». La fe en Cristo se nutre no de forma solitaria, sino en la Iglesia, una comunidad de creyentes que a pesar de su fragilidad humana están para amar: «Ninguna realidad es tan rica de esperanza, de compasión, de amor».
Un mensaje que hace bien para aquellos que trabajan con los jóvenes. Un pasaje de especial intensidad parece abrirse a los educadores y evangelizadores todos, a los miembros de la Familia Salesiana «Para vosotros hoy, evangelizadores y educadores de los jóvenes del tercer milenio, la Palabra proclamada y compartida, contemplada en la oración, es indispensable para crecer en la fe. Fe que ha de hacerse escucha del grito de los pobres, de los abandonados, de los excluidos, y traducirse en gestos de caridad concreta que hagan visible a Dios, a su Amor».