“La solidaridad de las ´ollas comunes´ ya no las veremos más”
Hoy 13 de enero, cerró la olla común de la parroquia S. Rafael Arcángel de Nueva Aurora, Viña del Mar, que realizaba el servicio de preparar diariamente almuerzos y onces para 200 personas con su debida distribución a los lugares de las familias damnificadas. Las autoridades de sanidad se hicieron presente luego de tres semanas de funcionamiento de la cocina de la comunidad y se procedió a cerrar el lugar. El almuerzo era distribuido no solo a las familias damnificadas, sino también a todos quienes colaboraban como voluntarios en las limpiezas de terrenos y en la reconstrucción de las casas.
De lunes a domingo personas voluntarias llegaban muy temprano a cocinar en la capilla parroquial, ubicada en Villa Linda, y grupos de fieles laicos de diversas parroquias, preparaban y distribuían onces en las tardes. Todo bien organizado y dispuesto para las debidas preparaciones: cocina, comedor, bodega, servicios higiénicos, transporte, y lo más importante el cariño de los voluntarios jóvenes y adultos, reunidos y trabajando en una causa común.
Fui testigo de la buena preparación de los alimentos y la rigurosidad en la manipulación de los mismos. Y por supuesto en la exquisitez del menú. También colaboré mínimamente dos días para distribuir. Vi generosidad de muchas personas e instituciones, que hacían llegar sus donaciones en alimentos para ser preparados por los cocineros y cocineras. También llegaban otros productos de primera necesidad que luego serían distribuidos.
En una emergencia o catástrofe, las autoridades competentes deberían ayudar a encontrar las mejores formas para ir en auxilio de los damnificados, y aportar incluso, con recursos y medios, para facilitar el trabajo de las instituciones, que, en estas situaciones, atienden con la abnegada labor de voluntarios. Por sobretodo en esta situación de emergencia que afecta no solo a unas 200 personas damnificadas de Nueva Aurora (unas 80 familias), sino también a las más de mil personas alcanzadas directamente por esta calamidad forestal y habitacional, y que incluye el sector de Forestal.
No negando el debido respeto a la normativa en estos casos, dictada por la autoridad competente – sanitaria, se debería haber permitido una alternativa de solución, a cualquier problema que detectaron deficiente, pero no cortar de raíz la preparación de almuerzos y onces, que se organizó de manera excepcional y provisoria en bien de los damnificados. Lamentable situación ha tenido que vivir la parroquia S. Rafael Arcángel y sus voluntarios, que han realizado todo, con sus mejores intenciones, disposiciones y cuidados en bien de las personas.
Así, este viernes el personal voluntario de la parroquia hizo el último almuerzo para los damnificados y fueron a despedirse personalmente de las familias y a disculparse, porque no podrían hacer más un platito de comida para ellos. Hasta bien tarde, los voluntarios estaban organizando la cocina y los espacios que sirvieron de lugar de preparación de los almuerzos durante 21 días.
No sé, si alguien de las autoridades competentes, que deben estar al lado de las personas, se dan cuenta, que donde pasó el incendio, se consumieron todas las casas, y no quedó nada. No existe una cocina, una mesa, o un lugar donde preparar un plato de comida. Últimamente en nuestro país se ha hecho común la palabra “dignidad” y todo un lenguaje en esta sintonía. Entonces digo yo; “señores inspectores de sanidad, ¿les parece digno preparar en un plato de comida en medio de la nada que dejó el incendio? “¿Cuál será aquella dignidad que se refieren, y para qué circunstancias o situaciones, o para qué grupos de personas existe sólo dignidad? Disculpen, pero no veo coherencia en las autoridades o no hay coordinación entre ellos, o bien hay otra cosa que no se alcanza a detectar. Porque no quiero pensar que existe mala intención, debido a que, en estos precisos momentos, la institución que está al lado de las personas es la Iglesia, son las comunidades de fieles de Forestal y Nueva Aurora. Esa Iglesia es aquella formada por voluntarios, personas del mismo barrio, jóvenes y adultos, y que están ahí todos los días para ayudar y servir desinteresadamente, a esa porción de Pueblo que ha sufrido.
“Otra cosa es con guitarra”. Salir al encuentro de las familias, una tarea que en el ámbito social compete a las autoridades locales municipales (DIDECO) y al Ministerio de desarrollo social y familia, porque no solo se administra, se asiste, se organiza el desarrollo y la promoción social (solidarias) desde un escritorio, sino que es fundamental conocer el lugar mismo donde viven las personas. Y parece ser, que cuando se sale a terreno, solo consiguen ver lo que se quiere ver, y aplicar las normas o la ley sin observación de la realidad, y más inexplicable no detectar las necesidades que pueden padecer los ciudadanos, y cómo aquellas pueden ser subsanadas.
Por último, me parece que, en momentos de desastres y situaciones excepcionales, y por qué no decir en circunstancias humanitarias, son necesarias acciones acordes a la realidad, al dolor, a la pérdida y al sufrimiento de las personas.
Ricardo Cáceres Lamas
Presidente de MSA
Viña del Mar, 13 de enero, 2023.