III Domingo de Cuaresma/ Domingo 28 de Febrero

Evangelio según San Lucas 13,1-9.

En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.

El les respondió: “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?

Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”.
Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: ‘Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?’.

Pero él respondió: ‘Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás’”.

Comentario de la Palabra.

A partir del evangelio de hoy, podemos preguntarnos cuáles son los frutos de vida que deseo alcanzar para la Pascua de Resurrección? Cómo estoy viviendo este tiempo de Cuaresma, a través de la Oración, la Palabra de Dios, la Penitencia y la Caridad, que son medios que me ayudaran a poder interiorizar en mí, una relación más cercana con Dios, con los otros y conmigo mismo, y así poder con una actitud humilde descubrir lo que el Señor quiere de mí para poder entregarme con mucha libertad y generosidad para con los otros.

Reflexiona esta semana: 1. Cómo estás viviendo la cuaresma? 2. Qué debo purificar en mí para sentirme más libre? Cuáles son los frutos de vida que deseo alcanzar para el tiempo de pascua de resurrección?

Iglesia en Punta Arenas
Iglesia en Punta Arenas
Viernes de la trigésima primera semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 16,1-8.
Jesús decía a sus discípulos:
“Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto’.
El administrador pensó entonces: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!’.

Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’.

‘Veinte barriles de aceite’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez’.

Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’. ‘Cuatrocientos quintales de trigo’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y anota trescientos’.

Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.”

Para reflexionar
La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden ocurrir pocas veces, sino con pequeñaas cosas que ocurren todos los días. Benjamin Franklin (1706-1790) Estadista y científico estadounidense.