Comentario del Evangelio. Año C. Domingo XXXIII TC.

Evangelio, Lc 21,5-19.

El Evangelio durante la semana ha sido una reflexión sobre la venida del Reino y cómo Jesús trata de explicar a sus oyentes esta inminente realidad, y que nuestra actitud es una constante preparación porque no sabemos el día, ni la hora, ni cómo será.

Hoy el mensaje de Jesús deja claro que debemos estar atentos y no seguir falsas voces que desean indicar que el momento está cerca. Es la sabiduría, aquella que también durante la semana nos fue revelada en la primera lectura, que nos permitirá discernir aquello que es verdadero de lo falso, y es esa misma sabiduría que nos hará fuertes en momentos de adversidad y nos ayudará a expresar las palabras justas en los momentos ciertos, delante de nuestros adversarios que intentan entregarnos y que abogará en nuestra propia defensa.

La venida del Reino se prepara aquí y ahora, en primer lugar con nuestra conversión y la actitud interior de querer seguir los caminos y mandamientos del Señor. El Papa Francisco en esta semana en una de sus homilías hacía la siguiente reflexión: que el pecador arrependido es aquel que Dios ama y perdona. Pero aquellos que viven una doble vida y que no se arrepienten esos no alcanzarán el perdón. El arrepentimiento, es la primera disposición para amar verdaderamente a Dios y para amar verdaderamente a nuestro prójimo.

En segundo lugar, dicho anteriormente, deviene el amor, que mismo sea imperfecto entre los hombres, en el perdón y la reconciliación encuentra siempre perfección delante de Dios y paz entre aquellos que hemos ofendido o no hemos amado que deberíamos.

En tercer lugar, atención por los más pobres, aquellos preferidos de Jesús. Los últimos, los postergados, los despreciados, aquellos que nadie se importa… esos entrarán primero en el Reino. Aquellos que hemos sido favorecidos con diversos dones y hemos conocido la Revelación a través de la Palabra, no es sinónimo de primer lugar en esta Grande Fiesta de la Vida, sino que nos queda camino por recorrer, y la senda justa es aquella de hacer justicia a aquellos que menos tienen y sufren esperando una esperanza para sus vidas en este mundo.

El Reino de Dios está dentro de nosotros, y que en la medida que convertimos nuestro corazón y amamos a nuestros hermanos más débiles, este Reino se hace vida y verdad, siendo la antesala para la Segunda venida de Jesús Cristo.

P. Ricardo Cáceres Lamas (Mozambique).

Para reflexionar
Aquello que marca la diferencia es el cómo podemos entregar lo mejor con lo que poco que tenemos Rcl